Cocina vegana, a muy buen precio y en pleno barrio de moda.
La oferta gastronómica de Madrid es increíble y, de un tiempo a esta parte, los sitios están más cuidados, mejores conceptos y a una mejor relación calidad precio. Por eso entre mis sitios favoritos siempre destaca algún restaurante.
En esta ocasión quiero compartir un descubrimiento reciente, un sitio diferente del que me descubro fan, VEGA. Un restaurante vegano en pleno Malasaña. Más de 9 meses trabajando con funciones de teatro en la calle Pez he conseguido un master en locales de la zona (ya iré contando alguno más pero reconozco este como uno de mis favoritos).
Lo primero, y muy importante, es que, aunque se encuentra en ese barrio donde todo el “moderneo” de Chueca y alrededores ha extendido sus alas y sus barbas, está en una calle sorprendentemente tranquila para lo bien ubicado que está.
Otro punto que lo hace distinto es tener una carta de cocina vegana y conseguir además, romper con el mito y conseguir unos platos realmente exquisitos. Yo no soy vegetariano ni vegano, pero me gusta comer muy sano, descubrir cocinas distintas y cada vez incluyo menos carne en mi dieta (esto lo digo después de estar en la sierra comiéndome un entrecot tamaño edredón nórdico, igual de coherente que los muchísimos vegetarianos de postureo que consideran que el jamón serrano “bueno” no es carne). Este local es “animal friendly”, cosa que me encanta, y consiguen unos platos sabrosos y muy contundentes (olvídate del minimalismo que vas a comer muy bien).
El local no es demasiado grande, conviene reservar aunque alguna vez he ido a la aventura y he encontrado mesa. Te encuentras un espacio muy europeo, con una decoración decadente con baldosas que podría recordar Lisboa o Praga, consiguen un ambiente de bistró de Paris pero con un aire de taberna del barrio de toda la vida. Al no ser muy grande las mesas están bastante juntas (lo odio, me recuerda a un Vips pero sin aguantar niño ajeno) aunque las veces que he ido no resulta desagradable ya que la clientela es menos gritona de lo habitual, más europea y menos cañí.
Respecto a la comida, os recomiendo toda la carta, que repitáis y vayáis probando. Estupendo la idea de elegir los entrantes entre varios que te dan, muy rica la focaccia, las brochetas de tofu, el seitan, la verdad que sorprende por su sabor y conseguir una presentación cuidada que no está reñida con la cantidad ni con su concepto de comida vegana. No dejéis de probar la tarta de chocolate vegana (cocinada casi cruda, sorprende).
Otro punto que lo aleja del concepto “cañí” es que la cuenta no te sube por la bebida, tienen un vino de la casa aceptable a buen precio y el agua son garrafas del grifo, algo que debería ser obligatorio, al menos en Madrid, no cobrarte por el agua ( aprendamos de Francia, EEUU y de medio mundo, eso solo pasa aquí) debería estar prohibido los sitios que te dicen que no tienen agua del grifo y te ponen mineral con el único objetivo de subir el precio de la cuenta.
Lo dicho un sitio acogedor, bonito, con una carta estupenda para conocer más la cocina vegana, a muy buen precio y en pleno barrio de moda.